De forma extraordinaria analizaré política por primera vez en mi vida. Mi carrera se ha caracterizado por un total silencio sobre política, sin embargo como natural de Madrid y por las implicaciones que suponen, en la columna de hoy comentaré mi visión sobre las elecciones del 4 de mayo a la Comunidad de Madrid.
El lado perdedor, sea cual sea su color, siempre intenta restar importancia y desviar la atención; sin embargo las elecciones madrileñas son claves por ser la capital y por sus implicaciones en el futuro político de España. Estas elecciones son un punto de inflexión y servirán como termómetro de la actualidad. La participación ha sido histórica superando el 76% y creciendo más del 12% en apenas dos años, este dato tiene doble valor si lo ubicamos dentro del contexto actual con el miedo del coronavirus y las elecciones en un día laborable. La izquierda siempre se ha caracterizado por pedir un aumento de la participación para frenar el avance de la derecha, y en estas elecciones lo han conseguido con el obstáculo que ha supuesto su declive. El dato histórico de participación otorga mayor validez a los resultados. Por desgracia todos los analistas son partidistas, en mi análisis resumiré las repercusiones en seis puntos que corresponden a los partidos mayoritarios.
Díaz Ayuso celebra su victoria / José Luis Roca |
La nueva oposición de Más Madrid. El escenario político ha cambiado, el líder de la oposición y de la izquierda madrileña será Más Madrid tras su sorpaso al PSOE y Unidas Podemos. Tiene los mismos escaños que los socialistas pero suma más de 4.000 votos lo que le da el liderazgo de la izquierda y la oposición. Su crecimiento con respecto a las pasadas elecciones demuestran que es la alternativa más válida al poder.
La decadencia del PSOE. Los socialistas han pasado de vencer las elecciones a ser el tercer partido más votado con mucho menos de la mitad de votos que sus enemigos del PP e incluso por debajo de Más Madrid. Un fracaso absoluto que se personifica en su candidato Ángel Gabilondo, incapaz de generar sensaciones durante la campaña, pero que también es un aviso a Pedro Sánchez. La gestión del coronavirus por parte del presidente ha sido muy criticada y pese a toda su campaña de propaganda para continuar en el poder -incluso con Tezanos como responsable de las encuestas e insultando a los rivales- no ha funcionado. La cuenta atrás del calendario político comienza ahora hasta 2023 cuando se vuelvan a celebrar elecciones madrileñas, tanto autonómicas como municipales, y las generales. Con la actual tendencia de voto registrada en Madrid, el actual gobierno también será castigado en las urnas a nivel nacional y abrirá un nuevo escenario político.
VOX se mantiene. La etiquetada como ultraderecha de nuestro país ha crecido rodeada de polémica, tanto por su campaña por las críticas de los adversarios, sin embargo se mantiene constante en las urnas con un ligero crecimiento. Seguirán siendo claves en las decisiones del gobierno autonómico y se convierten en el segundo partido de la derecha tras la derrota de Ciudadanos. Su primer movimiento postelecciones ha sido muy audaz anunciando que permitirán gobernar al PP sin pedir entrar al gobierno, no tendrán esa responsabilidad política pero sin embargo serán importantes en las medidas porque el reparto de escaños obliga a PP a negociar con ellos o una abstención del PSOE, y no hace falta recordar que han pactado anteriormente.
El batacazo de Unidas Podemos y la dimisión de Pablo Iglesias. Pese al ligero incremento de votos traducido en tres escaños adicionales, la fuerte apuesta del partido morado ha sido una derrota. El ego de Pablo Iglesias le llevó a renunciar a su privilegiado puesto como Vicepresidente del Gobierno para presentarse por Madrid, su idea era salir como héroe y ha acabado fuera de la política. Ha tenido una campaña muy agresiva y llena de mentiras que finalmente han traído sus consecuencias en las urnas siendo incapaz de atraer los votos perdidos por el PSOE. Su dimisión provoca un terremoto en UP que desde su creación ha tenido en Pablo Iglesias su único líder, su marcha y la caída en las elecciones son un punto de inflexión para el futuro del partido que puede estar camino a un lugar residual en la política. El discurso victimista de Pablo Iglesias en su salida evidencia su falta de responsabilidad en asumir errores y su costumbre de atacar a los adversarios, la misma fórmula del fracaso durante su mandado en el Gobierno de España, pero además olvida mencionar que días antes de conocerse los resultados ya había aceptado un multimillonario proyecto televisivo con el polémico Jaume Roures. Su ego hizo creer inmortal y le ha costado su salida de la política, eso sí, con los bolsillos llenos, numerosos privilegios inmerecidos y su futuro resuelto, todo pese a su ineficiente gestión.
La desaparición de Ciudadanos. El partido naranja en su corta duración está dando un manual de todo lo que no se debe hacer en política. En las pasadas elecciones fueron el partido más votado después del bipartidismo PP-PSOE, entraron en el gobierno de la Comunidad de Madrid y ahora no tendrán representación en la asamblea. El momento clave fue traicionar a su propio gobierno con la intención de una moción de censura alineada con la oposición, eso llevó a Díaz Ayuso a convocar elecciones y eliminar a Cs del panorama político. El caso de Ciudadanos es muy interesante para analizar, han pasado de surgir como una alternativa al poder e incluso rechazar entrar al gobierno español a cada día cavar más su tumba. Por medio está la marcha de su líder Albert Rivera, muchas malas decisiones y sobre todo la idea de ser bisagra de los gobiernos pero que en realidad la ciudadanía ha entendido como una veleta. El votante ya no confía en Ciudadanos y así ha perdido medio millón de votos en apenas dos años, lo peor es que la tendencia a nivel nacional es la misma. Resulta anecdótico que Ciudadanos haya pasado de integrar a UPyD a acabar igual que ellos: desapareciendo. Y lo tienen merecido, luego de sus malos resultado no ha habido ceses ni dimisiones, la respuesta ha sido ascender a Edmundo Bal como nuevo vicesecretario general. Nadie comprende sus decisiones.
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