El Sevilla se ha impuesto, por segunda
vez en la competición, en la tanda de penaltis a un Benfica maldito
por Bela Guttman. Los portugueses se han estrellado una y otra vez
contra un muro, también luso, llamado Beto. El meta sevillista se ha
coronado como porterazo deteniendo dos penaltis en la tanda y
haciendo numerosas paradas en los 120 minutos de encuentro. Gameiro,
por su parte, marcó lesionado la pena máxima definitiva.
Las lágrimas de los jugadores y las de
los aficionados sevillistas se fundieron bajo un cántico común: el
himno del centenario. Durante la previa, el partido y la celebración
la canción hecha por el Arrebato sonaba de cada una de las
gargantas, de cada una de las almas, de cada uno de los corazones
sevillistas.
En el campo los dominadores del partido no fueron
los mediocampistas ni los delanteros, fueron cuatro hombres que
estuvieron a un nivel sensacional, dos por cada equipo: los
centrales. Insuperables Luisão y Garay para los de Nervión igual
que Fazio y Pareja para los de Lisboa.
Momento en el que Rakitic levanta la copa |
Otro hombre que merece todos los halagos es Rakitic. El croata -mejor jugador de la final- fue
el emperador de la primera mitad. Fue el primero en dar un paso
adelante y mostrarse como el capitán del Sevilla. A raíz de él y de sus escuderos Carriço y M'Bia, los de Emery empezaron a
acercarse a las inmediaciones de Oblak, aunque no con excesivo
peligro. El Benfica que sacó dos amarillas rápidas a Moreno y a
Fazio, tuvo el contratiempo de la lesión de Sulejmani.
La primera parte transcurrió con
llegadas sin peligro de Vitolo o Bacca y terminó con Beto y Fazio
salvando a los suyos. El primero detuvo un mano a mano a Gaitán y el
segundo le arrebató otro al propio Gaitan. Garay también pudo
adelantar al Benfica en una falta en la que Fazio no despejó y Beto,
con buenos reflejos, rechazó mal dejando el balón muerto en el área
pequeña. Tampoco lo hizo y se llegó 0-0 al descanso.
Tras los 15 minutos del descanso llegó
la oleada portuguesa, en dos contras casi se canta gol.
Un error infantil de Moreno estuvo a punto de salirle caro pero la
veteranía de Pareja y el acierto de Beto salvaron otra vez más al
Sevilla, que minutos después tuvo el gol en los pies de Reyes tras
un sensacional pase de Rakitic. El canterano pudo haberse coronado,
sólo tenía que batir al portero pero su disparo se fue fuera por
muy poco. De ahí al final del partido hubo tres cosas: el bajón
físico de todos los jugadores, la irrupción fantasma de Marin -fue
cambiado 26 minutos más tarde- y el paso de los minutos hacía una
prórroga que parecía inevitable. Así fue, se llegó al tiempo extra con los jugadores necesitando bombonas de oxígeno para aguantar los treinta minutos
extras.
Jugadores celebrando el título |
La actitud de Jorge Jesús fue digna de
elogio, quitó a Siqueira y metió a Cardozo para jugar con tres
delanteros mientras que Emery introdujo a Gameiro por Marin después
de que Bacca tuviera la ocasión más clara de la prórroga. Rakitic
controló y de primeras y de volea dejó solo al colombiano con un
pase de 40 metros. El delantero lanzó con el exterior tras un
control largo y su disparo se fue lamiendo el palo de Oblak. Desde
ese momento no existió más prórroga, se iba a decidir en los
penaltis donde apareció otra vez Beto deteniendo el chute del paraguayo
Cardozo y el del español Rodrigo. Bacca, M'Bia, Coke y Gameiro,
todos tocados y exhaustos, proclamaron al Sevilla campeón de la
Europa League por tercera vez en su historia convirtiéndose en los
príncipes de Europa.
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