Una auténtica batalla ha sido la vivida hoy en el Benito VIllamarín.
Los noventa minutos reglamentarios no han sido suficientes para decantar la eliminatoria,
sí el partido, y los treinta de prórroga tampoco han servido para decir si Betis
o Sevilla representarán mañana a la ciudad en el bombo. Hubo que llegar al quinto penalti para ver la resolución de
este emocionante Euroderbi sevillano.
El Sevilla había preparado la remontada desde que el árbitro
pitó el final del partido en el Sánchez Pizjuán. Tanto los jugadores como el
entrenador y, por supuesto, la afición, que hoy ha ocupado 2500 asientos en la parte superior del
estadio bético, creían en la gesta de remontar el 0-2 adverso de la ida. El
Betis sabía que iba a ser difícil, era cauto en cuanto a su favoritismo pero tenía el pase al alcance de la mano,
únicamente le faltaba cerrar el puño, cosa que no han sabido hacer.
Mosaico en el inicio del partido/ AS |
El partido empezó con nervios en ambos equipos, muchas
imprecisiones y poco acierto en los pases. Nadie llevaba un faro para iluminar
el camino de dos barcos que se tambaleaban sobre el césped. El Sevilla poco a
poco se fue imponiendo con la mayor calidad de jugadores como Rakitic, Marin o
Reyes hasta que en el minuto 19, una genial asistencia de Alberto Moreno era
aprovechada por el canterano José Antonio Reyes. A partir de ahí el equipo de
nervión creyó aún más en la remontada y fue encerrando al Betis en su área, pero una
configuración táctica de Calderón dio la vuelta a la tortilla. Ese cambio fue
el de colocar a N’Dyae en su posición original, en el medio del campo. Desde
ese momento, el partido se tiñó de color verdiblanco (más con
acercamientos que con ocasiones peligrosas) hasta que el árbitro dictó el
camino a vestuarios.
En la segunda parte, el Betis sufrió una metamorfosis y desbordó al Sevilla por todos los flancos: Cedric podía con Coke,
Rubén Castro y Leo Baptistao por el centro y N’Dyae superaba a Rakitic y M’Bia.
La ocasión que concretaba este dominio bético la tuvo en sus pies Leo Baptistao
pero fue repelida con un gran pie de Beto, que posiblemente hiciera la parada
de la eliminatoria. Otro gallo hubiera cantado si Baptistao la mete para
dentro. En el 75’ la eliminatoria se igualó, otra vez fue Alberto Moreno el que
se coló hasta línea de fondo, el que puso un gran balón pero ahora el que la
iba a empujar no iba a ser Reyes, lesionado y cambiado en el descanso, sino que sería Bacca. De ahí se llegó a la prórroga con dos equipos que necesitaban
gasolina, o atacaban o defendían pero hacer las dos cosas se trataba de una
auténtica heroicidad. Para heroicidad la de Adán, que con dos paradones
seguidos a Gameiro y a Bacca llevó a su equipo a la pena máxima.
Los penaltis empezaron con el error de Vitolo o con el
acierto de Adán y siguieron con la perfección en los lanzamientos de Rubén
Castro, Coke, Salva Sevilla, Gameiro, Amaya y Alberto Moreno. Luego llegó el
chute al palo de N’Dyae, el acierto de Rakitic y el error final de Nono que lanzó un penalti bastante paupérrimo, demasiado flojo para ser el último.
Con esta remontada, el Sevilla ha recordado a ese equipo que
conquistó Donestk o que dejó al Schalke 04 sin la final de la Uefa.
Beto para el último penalti a Nono/ AS |
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