No anda bien el
Real Valladolid. De la mano de Juan Ignacio Martínez, exentrenador del Levante,
no ha logrado encadenar dos partidos seguidos no ya ganando, sino al menos
demostrando un buen juego. Esta falta de regularidad ha venido provocada, en
parte, por la ausencia hasta prácticamente el ecuador de la temporada de Víctor
Pérez y Óscar González, hombres capitales en el ascenso conseguido hace dos
años y en la pasada campaña, en la que el equipo ofreció muy buenas
prestaciones bajo el mando del hoy denostado Miroslav Djukic.
Alberto Marcos,
actualmente director deportivo y otrora ocupante del carril zurdo de la zaga
blanquivioleta, dijo en la presentación del sustituto del serbio que no habría
más que un plan, que el sino del Pucela era ser continuista y, su intención,
seguir siendo Valladolid. Sin embargo, empezada la temporada, ante las
ausencias antes comentadas, y por la falta de sustitutos de garantías en los
dos casos –sobre todo en el de Óscar-, el equipo se vio obligado a ser otra
cosa.
Efectivamente, el
plan inicial pasaba –y pasa- por ser protagonista a partir del manejo del
esférico. No obstante, desde que comenzó el curso se vio que, ante la falta de
los dos jugadores más dotados para llevar el peso del encuentro, esta idea
quizá debía ser matizada. Y así ha sido, si bien tampoco han logrado imponerse
las diferentes alternativas planteadas.
Unos días el Real
Valladolid ha sido el de la presión alta. Otros, ha apostado por un repliegue
intensivo. En no pocas ocasiones ha buscado una salida pausada desde la primera
para luego realizar un envío en largo hacia un puñal ofensivo. Ha tenido en
Javi Guerra una suerte de segundo punta, capaz de asociarse en tres cuartos, y
en el sueco Daniel Larsson al hombre que ha hecho volver al malagueño a la
posición más adelantada del ataque.
Por la franja
ancha, a la espera de que el fútbol lo ponga Víctor Pérez, han pasado Javier
Baraja, Lluís Sastre, Álvaro Rubio y Fausto Rossi. El capitán, como siempre, ha
sido el último recurso y, también como siempre, ha rendido. Bastante más que
Sastre, cabe decir, puesto que el balear aún no ha sido capaz de responder al
voto de confianza que su míster ha depositado en él desde el primer día. Al
contrario que Rossi, sin duda alguna, la gran revelación de la campaña. Y de un
Álvaro Rubio al que se le va apagando el fútbol, pero no el rendimiento.
Cabe esperar de
estos dos un triángulo de mayor importancia que alcanzada en los momentos,
escasos, en los que Juan Ignacio apostó por trivotazo, bien con Óscar o con
Víctor Pérez. O, ¿por qué no con los dos? Teniendo en cuenta que en la banda
izquierda no ha sido regular un solo jugador, no sería descabellado imaginarse
a los cuatro sobre el verde, con Fausto Rossi en acostado cerca de la cal, como
ocurrió en el Trofeo Ciudad de Valladolid (cuando, dicho sea de paso, la
intención primera era que fuera Óscar el extremo con tendencia interior).
En la defensa,
pocas cosas han cambiado con respecto a la temporada pasada. Solo Peña, que ha
entrado por el otra vez león Mikel Balenziaga. Al menos en lo tocante a los
nombres, porque, a decir verdad, ha habido más variaciones. Marc Valiente ha
desplazado a la posición de central izquierdo a Jesús Rueda, allí donde el pacense
hizo aguas en los primeros tiempos de Djuka, con el bajón de rendimiento que
esto conlleva en el que fuera mediocentro.
Junto a ello, no
hay un tercer central que apriete, ya que el dominicano Heinz no ha logrado ser
más que un solomillo, y no de primera, precisamente. Un nuevo cambio de roles o
la llegada de un verdadero competidor podría devolver la tensión a dos zagueros
que están más lejos si cabe de su viejo nivel que Toni Rukavina, quien no
termina de confirmarse como lo que parecía que podía ser, uno de los mejores de
la Liga en su puesto.
Aunque antes se
ha definido a Fausto Rossi como la gran revelación de lo que va de temporada,
el vigués Diego Mariño merece también una mención especial, dado su alto
rendimiento. Conocedor del fútbol patrio, internacional sub 21, el guardameta
llegó para ser titular y dar un salto de calidad a la portería, especialmente
en lo que se refiere al juego con los pies. Y vaya si lo ha hecho.
El centrocampista
italiano era un viejo anhelo de la dirección deportiva. El arquero, una
sorpresa, ya que por más que se barruntase la posibilidad de que el equipo se
iba a reforzar en su posición, su fichaje se fraguó con el mayor de los
sigilos. Todo lo contrario a como está siendo su participación, salvadora, de
campanillas y, quizá, regular como la de ningún otro elemento de la plantilla;
Javi Guerra al margen. Es, con todo, la mayor promesa del plantel, y de
continuar con la evolución que viene mostrando, no sería extraño verle no
tardando en una entidad mucho mayor.
La estrella
Dado que Óscar
González, el jugador contextual del Real Valladolid, se ha pasado lesionado
buena parte de la temporada, es más justo analizar a uno de los hombres que sí
han participado en alta medida. Uno que, como verán, no ha sido citado por el
momento; el alemán Patrick Ebert.
El extremo teutón
cumple el segundo de sus años de contrato, después de ser una de las peritas en
dulce del pasado mercado estival. Ninguno de los intereses por él fraguó
siquiera en oferta, bien porque no seducía lo suficiente el hecho de saber que
no sería traspasado por menos de los ocho millones de cláusula o porque tanto
su carácter díscolo como su físico suscitan dudas.
Comenzó la
temporada prometiendo echarse el equipo a las espaldas y celebrando goles con
saludos militares, autoproclamándose, sin decirlo, comandante de un equipo que
adolecía –y adolece- de un líder con carácter dentro del campo, pero se ha ido
diluyendo, entre nuevos problemas físicos, reproches varios a compañeros, que
llevaron al capitán a llamarle a filas, y un rendimiento que dista mucho del
que ofreció el pasado curso.
Se espera mucho
más de él, porque se sabe que puede darlo. Es, de largo, el mejor jugador
blanquivioleta, aunque por estas cuestiones ni tan siquiera la temporada pasada
se puede decir que fuera el más determinante. A punto de cumplir 27 años, entra
en una edad clave para cualquier futbolista, en la que debe demostrar si es
válido como extremidad o cola de león o, como hasta ahora, únicamente cabeza de
ratón.
La revelación
Publicaba quien
escribe cuando empezó la temporada, en Blanquivioletas, el portal que dirige
sobre información del Real Valladolid, que Fausto Rossi es algo más que un
chico guapo. Y no se equivocó, ya que el centrocampista italiano, de claros
ojos y sonrisa de Cannavaro, se ha destapado como uno de los baluartes del
equipo que dirige Juan Ignacio Martínez.
Llegó con la
vitola de promesa, como tantos otros tantos el pasado verano y tanto a orillas
del Pisuerga como de otros ríos, y es, en el silencio mediático que envuelve a
todo aquello que no es Barcelona y Real Madrid, uno de los jugadores que más y
mejores condiciones vienen confirmando en toda la Primera División. Es
guerrero, se asocia, tiene carisma, es versátil, tiene ritmo… Como Diego
Mariño, revelación al alimón, no sería de extrañar que en apenas un par de años
se le pueda disfrutar en alguna competición europea o en alguna entidad de
mayor nivel.
Es un emperador,
pues su voz impera, jerarquía que sorprende en un recién llegado y por su edad,
y porque su presencia en el campo siempre se nota. Su hándicap es que, por el
momento, se ha destapado menos como llegador de lo que puede, debe y sabe.
El entrenador
No es Juan
Ignacio Martínez un entrenador de perfil blanquivioleta. No porque su Levante
jugase distinto a lo que venía haciendo Miroslav Djukic, sino porque, para el
banquillo del Nuevo José Zorrilla, los técnicos de pizarra, vídeo y libreta no
están bien vistos.
Y es una lástima,
porque, probablemente, Juan Ignacio sea el mejor técnico que ha visto esta
ciudad en, como poco, la última década. Sin embargo, sucede que, si la pelotita
no entra en la jaula, de nada sirve ser metódico y analista. Carece de valor
alguno tratar de cambiar el club en un buen puñado de esferas si luego resulta que
los resultados no se dan.
El exentrenador
levantinista dio un giro a los entrenamientos y a la observación del rival y
del trabajo propio, con un grupo de profesionales que jamás antes se había
visto en las oficinas de la Avenida Mundial 82. Con personalidad, algo que
dicen que no tiene, tanta que le costó encajar en el entorno.
Transcurrida la
mitad de la campaña, parece haberse hecho por fin a esos usos y costumbres que
tan bien manejaba Djukic, más líder y menos mánager que él, lo que invita a
pensar que, una vez se ha ganado respeto y tranquilidad, a pesar de que la
situación deportiva no es la mejor, las cosas irán a mejor. ¡Más vale!
El pronóstico
Dicho esto, es de
recibo señalar que cierto sector de la afición no ha terminado de hacerse a
Juan Ignacio. Y, con él, tampoco gente más cercana a su trabajo, dentro incluso
del vestuario. Vaya, que el respeto y la tranquilidad son relativos. En buena
lógica, por una mera cuestión de apetencia y resultados.
En defensa el
equipo ha mostrado hasta el momento más fragilidad que el pasado año. En
ataque, produce menos ocasiones que ningún otro conjunto de Primera, lo que
guarda relación con la escasa producción futbolística vista hasta el momento.
Pero, con todo, el equipo compite y apenas se ha visto ampliamente superado por
rival alguno.
La lógica dicta
que si Víctor Pérez y Óscar alcanzan un alto nivel de piernas y juego, Real
Valladolid crecerá con ellos y se salvará. Para ello, no obstante, ha de
hallarse por fin la tecla inóspita, la idea a desarrollar, y ha de hacerse con
presteza, pues la clasificación apremia.
Junto a la
recuperación y adaptación definitiva de los dos grandes ausentes en el primer
tramo de la temporada al manual de Martínez, el Pucela necesitará un poco más
de Patrick Ebert y que Javi Guerra sea, como mínimo, algo semejante a lo que
viene siendo. Si estos cuatro jugadores –y algún que otro secundario más
mantiene la forma actual- rinden a un buen nivel, aunque apurados) porque ese
es el sino del Valladolid, vivir al límite), los blanquivioletas se ganarán,
seguro, su estancia en la Primera División un año más.
Artículo escrito por:
Jesús Domínguez
Director de Blanquivioletas
Redactor de DXT Base de El Norte de Castilla
@JesuDominguez
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Puesto bastante bueno. Me tropecé con su blog y quería decir que realmente he disfrutado de la lectura de su blog. De cualquier manera voy a suscribirse a su feed y espero que publique pronto
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