En un mundo cada día más avanzado gracias a la
tecnología, la sociedad sigue retrocediendo cual cangrejo. Y esta lacra cada
día más extendida debe ser frenada a tiempo, pues el racismo en un campo del
fútbol es el inicio del racismo en la vida cotidiana. Para frenar el racismo de
raíz deben de tomarse tres decisiones.
- Los aficionados, por norma general, actúan como sus
estrellas de la televisión, en especial los niños; por eso los profesionales
del deporte, donde se engloban desde directivos de la federación hasta el
utillero del equipo más malo, deben dar ejemplo sobre la actitud ante el
racismo. Una actitud que debe ser seria, fuerte y constante, y no solo basada
en mostrar insignificantes carteles, que incluso las televisiones no emiten, y
hacer oídos sordos a los cánticos. En la actualidad nadie se responsabiliza de
estos graves ataques. Los equipos se eximen diciendo que no pueden controlar a
todos los aficionados, pasan el balón a la federación que regatea con un
sencillo “es responsabilidad del club”. Debemos exigir responsabilidades. Por
ejemplo, si la federación multase con grandes sanciones (de las que son
dolorosas e inolvidables) a los equipos, estos tomarían más medidas dentro de
su estadio. Medidas como la expulsión de todos los aficionados, que
reiteradamente, cometen actos de racismo.
- Toda esta información del racismo pasa por los medios de
información. A ellos también debemos exigir responsabilidades. Emitir todas las
acciones racistas, no ocultar la verdad, y ante todo, no fomentar la
discriminación o racismo. En este paquete, como medio de comunicación, entra mi
Nueva Era Deportiva. Desde aquí intentamos combatir el racismo con las pocas y
escasas herramientas que tenemos. No toleramos de ninguna manera el racismo. De
hecho, para entrar a escribir no se pide ningún exquisito salvo unas normas
mínimas de comportamiento y el amor al deporte. Gracias a esta política podemos
encontrar en los escritores personas de cualquier edad, sexo, raza o cualquier
característica que pudiera ser motivo de discriminación.
- Por último las gradas. La afición es la que tira objetos
o canta reiteradamente insultos racistas. El fútbol es un deporte precioso, que
encima cuenta, con un gran seguimiento social lo que permite ver estadios
llenos de ilusiones. Estadios que ponen los pelos de punta y emocionan a
cualquier persona. Por eso, no podemos permitir que esta característica del
fútbol, quizás la más bonita, se ensucie por culpa de unos energúmenos. Hace
varios días el Vitória SC, de Guimarães en Portugal, visitaba Sevilla para
enfrentarse al Real Betis Balompié. Los aficionados más radicales del conjunto
bético repitieron en varias ocasiones cánticos de insultos a Portugal, hecho
que todo el estadio Benito Villamarín respondió con una sonora pitada. Esa es
la actitud que se debe de mostrar en todos los estadios.
Y durante todo el artículo he hablado de racismo, pero
podéis cambiar su palabra por violencia y sigue teniendo la misma validez. El
mundo entero debe de luchar contra esta lacra, porque se comienza “de risa” en
un campo de fútbol y se acaba con numerosas guerras. Debemos de evitar que
ciertos energúmenos ensucien este bello deporte con racismo o violencia, y
debemos gritar lo más fuerte posible que… ¡VIOLENCIA NO, FÚTBOL SÍ! Solo así
conseguiremos que la preciosa letra de José Antonio Vera Luque en el pasodoble de la chirigota “Los
hinchapelotas” (COAC 2012 – 4º clasificados) sea verdad, el verdadero sueño de
cualquier persona.
Ojalá que los disparos fueran siempre a portería
Y que fueran los tres palos el punto de mira, de mira de
mira
Que Soldado solo fuera el nombre de un jugador
Y que el máximo artillero fuera el delantero más
goleador… ¡Ay!
Ojalá que un capitán no pudiera mandar más allá de un
vestuario
Y ojalá que un adversario fueran once y nada más
Una tortura aguantar un cero a cero constante
Y que le llamaran tanque a un tío muy grande y defensa
central
Y que un misil quiera decir un golpe imparable
Y una invasión una afición con colores por las calles
Y que la pena capital fuera lanzar un penalti
Los escudos solamente fueran en el corazón
La nación más poderosa fuera siempre esa nación cuyo
juego enamorara a todo el mundo
Y ojalá que en este mundo con la forma de un balón solo
existiera la guerra dentro de un campo de fútbol.
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