El Madrid de baloncesto de estos años
se está caracterizando por ser un equipo capaz de ganar, avasallando
a sus rivales y divirtiendo a los espectadores. Es uno de los pocos
equipos invictos de Europa, esta lista la completan tanto Olimpiakos
como Unics Kazan, pero una cosa está clara, el juego desplegado por
los de Laso no es comparable a ningún otro equipo.
Los madridistas anotan una media de más
de 92 puntos por partido, reciben solo 70 puntos en cada encuentro
disputado y sus victorias se producen por más de 26
puntos, todo una animalada para el baloncesto moderno.
Pero Laso, de lo que de verdad se
siente orgulloso, a parte del ataque, es de la defensa. Una defensa
incomoda, pegajosa y "ladrona" (es el equipo que más balones roba de la Liga Endesa y de la Euroliga), que penaliza al máximo los errores rivales, de
esta manera sentenció el partido del pasado fin de semana frente al
Gran Canaria, con una fuerte presión de Llull y un robo de balón de
Rudy que lo culminó con un mate y dos puntos.
La defensa exterior tiene como
protagonistas principales a Llull, Draper, Rudy y Darder y a la
interior hay que sumar a los ya conocidos Slaughter y Reyes, la principal incorporación de este año, Ioannis Bourousis.
A parte de estos jugadores, hay que
añadir la novedosa mentalidad defensiva de Rodríguez y Carroll y
las diferentes variantes tácticas que muestran a lo largo de un
partido. Y es que este Madrid de Pablo Laso tiene todos los elementos
que ha de tener un equipo ganador, un gran potencial ofensivo y una
defensa de garantías.
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