Este miércoles, 6 de febrero de
2013, Rafael Nadal volvió a sentirse tenista. El balear venció al argentino
Federico Delbonis en el primer partido individual que disputaba después de 223
días apartado de las pistas por lesión.
Rafa ya había cogido la raqueta
en el cuadro de dobles, formando pareja con su colega y amigo Juan Mónaco. El
choque de dobles, saldado con victoria, era una toma de contacto, un mero
ejercicio de reconocimiento del terreno antes de pasar a la acción. Como James
Bond cuando se enfunda el smoking y pide el Martini mezclado, no agitado, para
entrar en calor y tantear al enemigo.
Nadal empezó fallón, dos juegos abajo
a las primeras de cambio en el partido frente a Delbonis disputado en Viña del
Mar (Chile). Pero Rafa, que estrenaba zapatillas (las Nike
Courtballistec con amortiguación especial para sus maltrechas
rodillas), raqueta (la nueva Aeropro
Drive de Babolat) y, en cierto modo, cuerpo y mente, supo reponerse hasta
rubricar un marcador inapelable a su favor (6-3; 6-2), con puntos made in Rafa. Eso es lo que le ha dado
confianza, más allá de la victoria. También nos la ha dado a nosotros, los
espectadores. 223 días son muchos sin ver jugar al mejor tenista sobre tierra de
la historia. 223 días son muchos sin ver jugar al mejor tenista español de la historia.
223 días de ausencia se han hecho demasiado largos.
Rafael Nadal, en Viña del Mar (Chile) |
Pase lo que pase en el resto del
torneo de Viña del Mar, una reaparición siempre es dura. Rafa ha saltado a las
pistas con hambre, pero con prudencia. Se le nota al mallorquín que está cauteloso,
buscando sensaciones, probándose a sí mismo. La lesión de Nadal (en el tendón
rotuliano de la rodilla izquierda) cambia las prioridades en su juego y todos
lo saben. «Necesito tiempo», es su nuevo lema. «Ser feliz
jugando al tenis», es la meta primordial. Los títulos y la conquista de
su territorio pueden esperar. Ése es el mensaje que transmite el jugador y el
propio entorno del manacorí.
La arcilla de París sobrevuela en cada
rueda de prensa, en cada entrenamiento y en cada partido. Rafa lo sabe, pero se
mantiene en sus trece: «Llegar favorito o no a Roland Garros no importa, lo que
me importa es haber podido jugar todas las semanas que haya querido hasta
entonces». Nadal quiere rodaje, quiere una puesta a punto perfecta. Pero
no se amilana: «No necesito ser favorito para ganar».
Casi 400 periodistas acreditados para informar
de la vuelta de Nadal y toda una legión de aficionados a lo largo y ancho del
planeta han visto cumplidas sus expectativas. Rafa volvió a cerrar el puño y,
con su habitual humildad, declaró poco después que este esperado retorno ha
sido algo «bonito y emocionante» para él.
Hace unas semanas, grandes nombres de la
raqueta opinaban sobre el regreso de Nadal. Mats Wilander o André Agassi manifestaban ante
los medios serias dudas respecto al tenis del español en su reaparición. «Los
jugadores pierden respeto por el nivel» de un tenista tras un parón tan
prolongado como el que ha sufrido Rafa. Agassi habla con conocimiento de causa,
pues el americano sufrió un bajón de juego a finales de los años 90, lo que no
le impidió poco después volver con fuerza a los primeros puestos del ranking.
Las dudas sobre el estado de forma del ex
número uno entran dentro de lo esperado. Pero no hay que olvidar, aún a riesgo
de pecar de chovinismo, que Nadal forma parte de la historia del tenis por algo
más que por sus tics en pista y sus coloridas camisetas. Incluso se ha atrevido
el balear, habitualmente modesto en sus declaraciones, a advertir al personal: «He
estado ocho años consecutivos siendo primero o segundo mundial, espero que en
siete meses no se me haya olvidado cómo se juega al tenis». Rafa tiene
26 años y, pese a su tenis físicamente intenso, asegura que aún le quedan años
por delante. «No es quizás el momento de enterrarme». Palabras mayores
si salen de la boca del español.
Está claro que Nadal no está al cien por
cien. Hasta el más largo de los viajes comienza con un primer paso y la
reaparición con victoria en Chile es esa primera zancada que necesitaba la actual
quinta raqueta del mundo para reivindicarse. Rafa is back.
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