Zeballos y Nadal, en Viña del Mar (Chile) |
Dos
finales perdidas de sopetón. Ése es el balance que se lleva Rafa Nadal tras su
vuelta al circuito. No obstante, el balear puede estar más que satisfecho con
su regreso. Vamos por partes.
Horacio
Zeballos (Mar del Plata, 1985) se impuso al balear en la final del torneo chileno
de Viña del Mar tras casi tres horas de juego y un marcador para la historia: 6-7 (2), 7-6 (6) y 6-4. El argentino (73º en el ranking) jugó el partido
de su vida y Rafa no pudo ponerle el ansiado
broche de oro a su reaparición.
Ganó Nadal el primer set en el ‘tie break’ pero,
lejos de mermar la intensidad del encuentro, perdió la segunda manga en la
muerte súbita, que esta vez se decantó a favor de Zeballos. Marcadores a cero y
vuelta a empezar. En otro tiempo esto hubiera supuesto una clara ventaja para
el español, por su fuerza física y mental, reforzadas en situaciones límite. No
está Nadal al 100% y Zeballos parecía ser consciente de ello. «Ahora o nunca».
La
estampa de ambos jugadores era cuanto menos dispar. Zeballos, bailando en el banquillo entre juego
y juego. Nadal, mordisqueando un plátano y con mirada de concentración. El
argentino, divirtiéndose. El balear, examinándose.
Rafa Nadal se despide del público en Viña del Mar |
El último juego del partido, impecable
exhibición de Zeballos, consumó lo que muy pocos han logrado hasta la fecha:
batir al rey de la tierra en arcilla y hacerlo, además, remontando un set en
contra. El argentino se une a un selecto club, aunque para ello se haya
aprovechado de un tenista convaleciente.
Sólo unas horas después, Nadal estaba citado junto a Juan Mónaco para disputar otra final, la
del cuadro de dobles, ante Paolo Lorenzi y Potito Starace. La pareja de amigos
cayó 6-2 y 6-3. Rafa se llevaba a casa un 2x1 en derrotas sobre arcilla.
La lectura negativa de la jornada es obvia:
Nadal podía haber regresado a lo grande en Viña del Mar pero se ha quedado a
las puertas. Derrota en una final individual sobre polvo de ladrillo y habiéndose
adjudicado el primer set. Remar, remar y morir en la orilla. El manacorí
declaró tras el partido que la rodilla le sigue molestando. «Me falta velocidad,
energía y potencia», explicó. «Me falta todo eso que me da la competición y la
confianza en mi físico que, a día de hoy, no tengo».
La
lectura positiva, sin embargo, es la más justa con el tenista balear. Rafa estaba presente en una final tras siete
meses apartado de las pistas. Buscaba ritmo, rodaje, volver a sentir el
gusanillo de la rivalidad. Todo ello se lo dio Zeballos. Nadal se ha probado a
sí mismo y está feliz: «No ha podido ser, pero para mí el hecho de estar aquí ya es un triunfo». El mallorquín señaló que está dispuesto a «aceptar
las adversidades con la mejor cara posible». Los próximos desafíos de Nadal
pasan por Sao Paulo (Brasil) y Acapulco (México), retos indispensables para
enfilar en buenas condiciones los grandes torneos de tenis.
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