La Primera división echó de menos
esta temporada a una de sus regiones más futboleras, protagonista por derecho
propio de la historia reciente de la competición: Galicia. Sin embargo, la
máxima categoría podrá olvidar muy pronto esta ausencia, ya que, salvo sorpresa mayúscula,
volverá a contar con los dos equipos más significativos de la región: el
Deportivo de la Coruña y el Celta de Vigo.
El primero ya certificó
matemáticamente su ascenso el pasado fin de semana, poniendo fin así a una
efímera estancia en el ‘infierno’ de la Segunda, donde ha purgado sus ‘pecados’
tras su descalabro de la 10/11. Por su parte, los de Balaídos se encuentran a
tan sólo un punto de emular a su eterno rival, algo que parece más que
asequible. No en vano, los celestes reciben este domingo al Córdoba, al que
también le vale el empate para volver a pelear por volver a la élite cuatro
décadas después.
De este modo, la ‘Categoría de
Oro’ de nuestro fútbol se reencontrará con una comunidad autónoma que ha estado
presente en ella durante 61 de las 80 campañas ligueras. Y eso que esta relación
tardó en comenzar más de lo esperado, sobre todo por los efectos colaterales de
la Guerra Civil, que paralizó todas las competiciones entre 1936 y 1939. Precisamente, en la última
temporada antes del parón, la 34/35, el Celta logró hacerse un sitio entre los
más grandes, tras hacerse convertirse, por segundo año consecutivo, en campeón
del Grupo I de Segunda y, esta vez sí, no fallar en la liguilla de ascenso. Sin
embargo, los vigueses no pudieron debutar en la elite hasta el arranque de la
39/40, cuando se reanudó la Liga.
Tan sólo dos cursos después, los
celestes se reencontrarían en Primera con el Deportivo, que se estrenó en Primera gracias a su triunfo por 2-1 ante el Real Murcia en la promoción de la
40/41. Sin embargo, los blanquiazules apenas notaron el cambio de división, ya
que firmaron una campaña memorable, puesto que quedaron cuartos y su portero,
el mítico Juan Acuña, se llevó el Trofeo Zamora, al ser el menos goleado. Quizás
este espectacular rendimiento de los coruñeses también espoleó, y de qué manera,
a sus ‘vecinos’ de Balaídos, que también rayaron a un tremendo nivel, finalizando
en la quinta plaza.
Sin embargo, aquel resultado, que
durante muchas décadas fue el mejor de la región en la competición doméstica,
no tuvo continuidad. No en vano, y pese a que el Celta repitió posición en la
42/43 y Acuña llevó un nuevo Zamora a Riazor, los 'herculinos' ya cayeron hasta
la mitad de la tabla. Y las cosas no mejoraron al año siguiente, sino que,
incluso, empeoraron. No en vano, los celestes se fueron a Segunda como
colistas, con apenas 9 puntos en su casillero, mientras que su eterno rival
terminó dos puestos por encima, salvándose de la quema. No obstante, de poco
sirvió, ya que la temporada siguiente terminaron bajando, tras quedar últimos.
Pero, afortunadamente para
Galicia, los blanquiazules hallaron relevo en Primera en Balaídos, con un
cuadro vigués que volvió para asentarse en la elite. Tanto es así, que en la
45/46 iniciaron el que fue su periodo más largo en la máxima categoría, en la
que permanecieron de manera ininterrumpida hasta la 58/59. Durante ese tiempo, el
equipo vio el efímero regreso del Deportivo en la 46/47 y cómo dos cursos más
tarde, en el 48/49 regresaron para consolidarse con los grandes hasta la 56/57.
Durante aquella etapa, llegó el
primer, y hasta ahora único, ‘Pichichi’ céltico, el de Pahíño, que lo logró en
la 47/48 con 23 goles. Además, la escuadra de Riazor logró hasta tres Zamoras:
los dos últimos de Juan Acuña (49/50 y 50/51) y el de Juan Ignacio Otero, en la
53/54. Incluso, los 'herculinos' consiguieron ser subcampeones de Liga en la 49/50,
quedando a tan sólo un punto del Atlético de Madrid.
No obstante, los sesenta comenzó
sin gallegos en la ‘División de Oro’, algo engañoso. Por un lado, porque desde
1962 la región siempre tuvo representación en la elite. Por otro y, sobre todo,
porque la década terminaría con un hecho absolutamente histórico: por primera
vez, tres equipos gallegos iban a coincidir en la máxima categoría. Fue en la
69/70, en la que Deportivo, Celta y Pontevedra colocaron a la región en el
primer plano futbolístico nacional. Desgraciadamente, poco duró la alegría,
puesto que aquella campaña se cerró con el descenso de los blanquiazules y los
de Pasarón.
Mientras, los vigueses se
quedaron para firmar, en la 70/71, su primera clasificación europea, tras
quedar sextos en la clasificación. Al año siguiente, volvieron a tener al
eterno rival como compañía, aunque por poco tiempo. De hecho, en la 72/73 los
'herculinos' descendieron y comenzaron un peregrinar de casi dos décadas por las
divisiones inferiores.
Con ello, el honor de la región quedó
en manos de un Celta que se convirtió en un ‘equipo ascensor’ durante los 70 y
80. Así, permaneció en Primera hasta la 74/75 y sólo volvería para jugar allí
los cursos 76/77, 78/79, 82/83, 87/88, 88/89 y 89/90. Fue el preludio perfecto
para una década de los 90 que en clave gallega se recordará siempre como
espectacular.
Porque en la 91/92, el Deportivo
regresó a la elite con más hambre que nunca y, tras salvar los ‘muebles’ en la
promoción de ese año frente al Betis, inició su escalada hasta las alturas. No
en vano, los blanquiazules terminaron la 92/93, que coincidió con la vuelta de
sus ‘vecinos’ de Balaídos, como terceros en la tabla, logrando así su primer
pasaporte europeo de la historia. Es más, los de Riazor tuvieron en sus filas
al ‘Pichichi’, Bebeto (29 goles), y al Zamora, un Paco Liaño que, curiosamente,
empató con un jovencísimo Santi Cañizares que defendía la meta celeste.
Pero la cosa no acabó ahí porque
la campaña siguiente a punto estuvo de terminar con el alirón coruñés, si no
llega a ser por aquel celebérrimo fallo de Djukic desde los once metros que dio
el título al Barcelona. Pese a ello, Liaño repitió como Zamora y los de Arsenio
Iglesias se colocaron como una seria alternativa de poder en la Liga, algo que
confirmaron a lo largo del curso siguiente con otro subcampeonato y su primera
Copa del Rey.
Para entonces, el Compostela ya
había hecho sus primeros pinitos con los grandes, iniciando así un ciclo de
cuatro años en los que Galicia tuvo tres representantes en Primera. Durante el
mismo, llegó a Riazor un nuevo Zamora (el de Songo’o en la 96/97) y tanto
coruñeses como vigueses estuvieron participando en competiciones continentales.
Quizás por ello, la región apenas notó el descenso del Compostela al final de
la 97/98, después de caer en la promoción frente al Villarreal.
Y es que lo mejor aún estaba por
llegar y, como no podía ser de otra manera, con los protagonistas de siempre.
Porque si la 98/99 se cerró con la clasificación europea al unísono de Celta y
Deportivo, la 99/00 lo hizo con un título liguero que por fin saldó las cuentas
pendientes que la historia mantenía con los blanquiazules. Mientras, los
celestes continuaban sacando billete al ‘Viejo Continente’ sin solución de
continuidad, viendo cómo su eterno rival volvían a ser subcampeones en la 00/01
y la 01/02, que, además, finalizó con el ‘Pichichi’ (Diego Tristán, con 21
goles) y la Copa del Rey viajando a Riazor.
Aunque en la 02/03 se iba a rizar
el rizo. Desgraciadamente, no con títulos, pero sí con una doble pasaporte
gallego para la Champions que jamás ha vuelto a repetirse. Incluso, el celeste
Pablo Cavallero se convirtió en Zamora y el trofeo de máximo artillero fue para
un ‘herculino’, el holandés Roy Makaay que, con 29 tantos, también fue ‘Bota de
Oro’ europea. Pero, el éxito sólo se quedó en La Coruña, porque el cuadro de
Balaídos no pudo seguir compitiendo al mismo nivel y terminó yéndose a Segunda
al final de la 03/04, viendo cómo su máximo rival llegaba hasta las ‘semis’ de
la Copa de Europa de aquella temporada y, para más inri, volvía a clasificarse
en la Liga para jugarla.
Pero tal vorágine de éxitos también
pasó factura al Deportivo, que en la 04/05 apenas pudo quedar octavo, buscando
entrar en la UEFA, sin éxito, a través de la Intertoto. Es más, los
blanquiazules llegaron a verse superados en la 05/06 por un Celta que regresó a
lo grande, siendo quinto, con el portero menos goleado (Pinto) y metiéndose en
Europa. Pocos podrían imaginarse entonces que esa sería la última gran actuación
de un conjunto gallego en la máxima categoría.
Tanto es así que los vigueses
descendieron el curso siguiente y los coruñeses se comenzaron a acostumbrar a
vivir en una zona templada de la tabla que les impidió volver a Europa salvo en
2008, cuando lo lograron ganando la Intertoto. Por este motivo, la debacle
parecía cada vez más inminente, hasta que cobró forma al final de la 10/11,
cuando el conjunto de La Coruña regresaba a Segunda después de casi dos décadas
en la elite.
Como compensación, la campaña que
viene tanto deportivistas como, salvo sorpresa mayúscula, célticos regresarán
al que por historia y méritos ha sido su sitio natural. Porque el fútbol en la
Primera división no suena igual sin los acordes de la muñeira, sobre todo las
que visten de blanquiazul y celeste, pese a que el devenir de los años las
hayan terminado tiñendo, por derecho propio, de oro.
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