El gol acaba de quedarse huérfano,
sin uno de sus máximos exponentes en las últimas dos décadas. No en vano, esta
semana ha comenzado con el anuncio de la retirada de uno de los mejores ‘killers’
de la era contemporánea, capaz de hacer añicos las teorías de que la
efectividad de un delantero no puede ser la misma en competiciones y países
diferentes; un ‘crack’ que, pese a haber sido una estrella mundial durante toda
su carrera deportiva, jamás dejó de ser un ‘currante del fútbol’, un ejemplo de
profesionalidad.
Nos referimos a Ruud Van
Nistelrooy, que cuelga las botas tras firmar unos números espectaculares. De
hecho, ha anotado la friolera de 371 goles en los 621 encuentros oficiales que
ha disputado, a una media de 0,6 tantos por partido, lo que le ha convertido
siempre en un auténtico seguro de vida para las vanguardias de los siete
equipos en los que ha estado y, cómo no, de su selección.
Aunque, curiosamente, sus inicios
no fueron como delantero, sino como defensa central, aprovechando su 1,88 de
altura. En esa posición se desenvolvió en conjuntos menores como el Nooit
Gedacht y el Magriet. Sin embargo, todo cambió cuando llegó al Den Bosch, de la
Eerste Divisie (la Segunda holandesa). Allí, debutó oficialmente en la 93/94,
jugando apenas dos partidos, pero mostrando unas buenas maneras que le darían
plaza en el conjunto para la temporada siguiente, en la que ya daría muestras
de su espectacular olfato goleador, marcando seis goles en apenas 17
participaciones.
Sin embargo, en la 95/96, su
rendimiento experimentó un curioso bajón, firmando sólo dos dianas en 21
encuentros. Fue sólo un espejismo, porque al año siguiente volvió a ver portería
con mayor claridad, con 12 ‘chicharros’ en 31 partidos que le permitieron dar el
salto a la Eredivisie, ya que el Heerenveen se fijó en él y lo firmó en verano
del 97. A partir de ahí, Van Nistelrooy comenzó a convertirse en uno de los
mejores ‘killers’ del fútbol holandés, marcando 16 tantos en 40 duelos, algo
que le abrió las puertas de la selección sub 21, con la que debutó ese mismo
año.
Pero ‘Van Gol’ apuntaba mucho más
alto y el PSV Eindhoven le dio la oportunidad de seguir creciendo. Tanto es así
que el ariete explotó del todo en las filas del cuadro rojiblanco, con quien no
sólo llegó a la ‘oranje’ y estrenó su palmarés (dos Ligas y dos Supercopas),
sino que, además, dejó claro que su puntería valía millones. Sus números lo
dicen todo: estuvo tres cursos en el Philips Stadium y firmó 75 dianas en 91
encuentros, algo que no pasó para nada desapercibido para los grandes de Europa.
Porque el Manchester United se
hizo con sus servicios en junio del 2000, en una operación que tuvo más
suspense del inicialmente previsto. Ya no por llegar a un acuerdo con el
futbolista, que se consiguió sin problemas y a las primeras de cambio, sino por
una importante lesión de ligamentos que este sufrió a mediados de esa misma
campaña y que hizo que los ‘Red Devils’ decidiesen cederlo al PSV para
comprobar si su recuperación había ido por buen camino.
Y como fue así, Van Nistelrooy
llegó a Old Trafford en verano de 2001. Allí, continuó consolidándose como un
auténtico ‘animal del área’, con 150 ‘chicharros’ en 217 partidos. Poco importó
que sufriese otra grave lesión a lo largo de la 03/04; su aportación fue
siempre fundamental en una escuadra que durante las cinco temporadas en las que
defendió su elástica sumó una Premier League, una Community Shield, una FA Cup
y una Copa de la Liga.
Pero pese a ser un auténtico ídolo
para la hinchada del United, sus problemas con Álex Ferguson y un emergente Cristiano
Ronaldo le invitaron a cambiar de aires, marchándose en julio de 2006 al Real
Madrid. De este modo, inició una aventura de tres campañas y media en el Bernabéu
en la que, como ya era tónica habitual en su carrera, volvieron a llover los títulos
(dos Ligas y una Supercopa) y sus registros anotadores fueron, una vez más,
espectaculares (64 goles en 97 partidos). Sin embargo, las lesiones le
impidieron hacer más, ya que su último curso y medio como blanco fue un auténtico
calvario para él, llegando a perder el sitio en el once y obligándole a
marcharse en diciembre de 2009 en busca de oportunidades.
Así, firmó por el Hamburgo, donde
reverdeció viejos laureles, hasta el punto de que, incluso, se habló de un
posible regreso a la entidad ‘merengue’ en el mercado invernal de 2011, cuando
Higuaín se convirtió en baja indefinida por una hernia de disco. No en vano, su
rendimiento en la Bundesliga fue mucho más alto del inicialmente esperado, con
17 tantos en 43 duelos. Aunque, pese a que el propio ‘Van Gol’ dijo que le
hubiese gustado volver a jugar en La Castellana, el traspaso nunca terminó llevándose
a cabo.
No obstante, sí regresaría a la
Liga española el verano pasado, enrolándose en el proyecto del jeque del Málaga,
que buscaba llevar a los costasoleños a la Champions por primera vez en la
historia. Y como blanquiazul ha dado sus últimas patadas a un balón, aportando
su granito de arena para conseguir el objetivo, siendo un secundario de lujo y
firmando un par de ‘chicharros’ en 12 participaciones. Ese ha sido su último
servicio como jugador profesional.
Porque cuando muchos aún no habían
dado por terminada la celebración por la gesta de los andaluces, Van Nistelrooy
anunciaba su adiós definitivo a un deporte en el que ha brillado con luz
propia, siendo ‘Pichichi’ en tres países diferentes (Holanda, Inglaterra y
España) y en el que el único pero que se le puede poner a su trayectoria, además
de sus recurrentes problemas físicos, ha sido que jamás pudo celebrar un título
internacional, ya fuese con alguno de sus clubes o su selección.
En cualquier caso, eso poco
importa para un jugador que iba para central y se convirtió en uno de los mejores
delanteros de la historia; un ‘crack’ atípico, que jamás se endiosó y que, quizás
por ello, supo meterse en el bolsillo a cualquier aficionado. Se va uno de los ‘grandes’,
un ‘kiler’ que siempre tuvo su cuchillo afilado y la pólvora dispuesta para
disparar. Desde ahora, muchos porteros dormirán algo más tranquilos, aunque,
sin tipos como ‘Van Gol’ el fútbol no volverá a ser igual.
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