Reza un tópico deportivo que “las
estadísticas están para romperlas”, pero hay ocasiones en las que resultan tan
contundentes que casi da miedo llevarles la contraria. Es lo que ocurre a la
hora de analizar lo que puede suceder en la próxima final de la Champions
League, en la que, con los datos en la mano, se podría casi vaticinar una
victoria del Chelsea.
¿Por qué? Muy sencillo: todos los
caminos conducen a ella. Basta comenzar recordando que su rival, el
Bayern Munich, tendrá que sobreponerse a la maldición de jugar como local. No en
vano, ningún equipo ha ganado la máxima competición continental en su estadio
desde la ya lejana temporada 64/65, cuando el Inter de Milán lo hizo en el
Giuseppe Meazza al imponerse por 1-0 al Benfica. Antes de eso, también lo logró
el Real Madrid en la 56/57, en la que los blancos pudieron festejar en el
Bernabéu el título después de ganar por 2-0 a la Fiorentina.
Sin embargo, en los últimos 47
años ningún otro equipo ha sido capaz de repetir esta hazaña. Aunque sí estuvo
muy cerca la Roma, en la 83/84, cuando terminó viendo cómo el Liverpool se
convertía en campeón al vencerle en la tanda de penaltis. Desde entonces, nadie
pudo ser siquiera finalista en su estadio, algo que en esta edición los
pupilos de Juup Heynckes sí han logrado, pese a que continúen teniendo aún más
registros en su contra.
Y es que otra norma no escrita de
la Champions señala que cuando Munich es la sede del último partido de la
máxima competición continental, alguien estrena su palmarés. Así ha ocurrido en
los tres precedentes que ha habido hasta la fecha. De hecho, el Nottingham
Forest ganó su primera Copa de Europa allí en la 78/79, tras derrotar por 1-0
al Malmo sueco. Años más tarde, coincidiendo con el cambio de nomenclatura del
torneo, en la 92/93, fue el Olympique de Marsella quien logró hacer historia,
al vencer al ‘todopoderoso’ Milan por idéntico resultado. Finalmente, en la
96/97, el turno fue para el Borussia de Dortmund, que tocó el cielo con las dos
manos después de endosarle un incontestable 3-1 a la Juventus.
Si a eso le unimos que el Chelsea
todavía no ha sido capaz de levantar la ‘orejona’, la temblera de los
aficionados del Bayern resulta lógica y aceptable. Es más, muchos recordarán
que la suerte les debe una a los ‘Blues’, que en su única final, en la 07/08,
perdieron el título en la tanda de penaltis, frente al Manchester United, debido
a un resbalón de su capitán, John Terry, en el momento decisivo. Cierto es que,
en esta ocasión, el central no podrá estar, por sanción, sobre el césped, aunque la
cuenta pendiente que aún mantiene la fortuna con la escuadra londinense sí que
seguirá ahí.
Pero, además, hay otro detalle
digno de mención y que apoya la candidatura como campeón de los pupilos de
Roberto di Matteo: en los últimos años, todos los equipos que han eliminado al
Barcelona de un torneo han terminado haciéndose con el trofeo. Se trata de una
dinámica que comenzó en la temporada 07/08 y que, al menos de momento, continúa
vigente hasta la actualidad. Dentro de la misma, el Manchester United y el
Valencia se llevaron la Champions y la Copa del Rey de aquel último curso de
Rijkaard en el banquillo culé, tras dejar en la cuneta a los del Camp Nou en las
‘semis’ de dichas competiciones.
En la 08/09, con la llegada de
Guardiola, el cuadro catalán lo ganó todo, provocando un paréntesis que tuvo su
final en la campaña siguiente, en la que el Sevilla, que acabó con ellos en los
octavos del ‘Torneo del KO’ y el Inter, que hizo lo propio en las ‘semis’ de la
máxima competición continental, vieron cómo aumentaban sus respectivas listas de éxitos. Igualmente,
y aunque no fuese una eliminatoria propiamente dicha, hay que recordar que los
azulgranas cayeron en la final de Copa del pasado curso ante el Real Madrid
que, por tanto, también se llevó el título, algo que, incluso, podría repetirse
en la de este año, frente al Athletic de Bilbao.
A este respecto, y teniendo en
cuenta que el Chelsea fue el verdugo barcelonista en las semifinales de la
Champions, los vaticinios resultan más fáciles si cabe. No obstante, nunca hay
que perder de vista que los números, pese a su contundencia, nunca dejan de ser
eso, simples datos. Seguro que esa idea la comparten los aficionados del
Bayern, que querrán dejar las estadísticas en una mera anécdota el próximo 19
de mayo. Será entonces cuando el balón eche a rodar, dando y quitando razones a
ambos conjuntos. Aunque, a priori, sobre el papel, la final parece tener un
favorito claro.
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