Los aficionados del Levante
guardarán siempre en su memoria la gesta que ha protagonizado su equipo esta
temporada. De la mano de Juan Ignacio Martínez, el cuadro granota ha firmado la
mejor participación liguera de su historia, terminando en la sexta plaza y,
por tanto, ganándose el derecho a jugar el curso que viene en la Europa League,
algo que nunca antes había logrado hacer.
Así, el conjunto del Ciutat de
Valencia, que partía con el único objetivo de salvar la categoría, ha superado
con creces todas las expectativas. Gran parte de culpa la ha tenido una
plantilla en la que pese a no haber grandes nombres sí que han sobrado las
ganas de reivindicarse. De este modo, veteranos como Ballesteros, Farinós,
Juanfran o Javi Venta han aprovechado su última gran oportunidad en la élite. Y
lo mismo ha ocurrido con jugadores como Aranda, Koné, Valdo o Serrano, quienes
tras dar miles de vueltas han demostrado que son absolutamente aptos para jugar
en una Primera división en la que, visto lo visto, pueden aportar muchísimo.
Pero, la casualidad ha querido
que este éxito coincida justo con el 75 aniversario de otro que, hasta ahora,
se había considerado por muchos como el más grande de cuantos había
protagonizado la escuadra levantinista desde que se fundó hace 102 años. Un
hito que, desgraciadamente, no cuenta oficialmente en su palmarés, pero que
para muchos hinchas granotas sí lo hace pese a que la RFEF nunca lo haya
querido reconocer: la Copa de la España Libre de 1937.
Se trata de un torneo que tuvo
lugar durante la Guerra Civil en la zona republicana, catalogado por muchos
como el heredero natural de la Copa de España, que, como también pasó con la
Liga, no se disputó durante los tres años que duró la contienda bélica. En él,
aparte de los granotas (que por aquel entonces eran blanquiazules),
participaron el Valencia (organizador de la competición), el Espanyol y el
Girona. Curiosamente, el Barcelona, el club más poderoso de la parte no ocupada
por el ejército nacional, no tomó parte en la misma, ya que se encontraba de
gira en Estados Unidos y México, algo que, según cuentan las crónicas de la
época, le reportó a la entidad unos beneficios de unas 150.000 pesetas.
Sea como fuere, los cuatro
aspirantes comenzaron su camino hacia el título en una fase de grupos en la que
todos tuvieron que enfrentarse entre sí en dos ocasiones. De ella, salieron los
dos conjuntos de la capital del Turia, el Levante y el Valencia, como los
mejores clasificados, llegando a una final que se celebró el 18 de julio,
coincidiendo con el primer aniversario del alzamiento y queriendo hacer ver así
que, pese al golpe de estado de Franco, la II República seguía gozando de muy
buena salud.
Paradójicamente, durante la
celebración del torneo las tropas nacionales aprovecharon para iniciar los
bombardeos en la zona e, incluso, muchos de los jugadores formaban parte de las milicias que batallaban en los diversos frentes
abiertos, algo que deja claro que pese a que la competición intentaba dar un
mensaje de normalidad, esta brillaba por su ausencia en la zona republicana.
En cualquier caso, Sarriá fue el
escenario del duelo decisivo y en él un gol de Nieto, a los 78 minutos, dio la
victoria a un Levante que, pese a ello, jamás ingresó en ningún historial de
campeones. Es más, desde que finalizó la transición, la entidad granota ha
reclamado que se equiparase ese título con la Copa del Generalísimo de 1939,
que ganó el Sevilla, indicando que, como realmente ocurrió, aquella edición,
pese a ser organizada a nivel nacional, contó con la participación sólo de los
conjuntos que un año antes formaban parte de la zona dominada por el bando de
Franco, igual que sucedió, pero a la inversa, con la Copa de la España Libre.
Estas reivindicaciones
encontraron apoyo en el Congreso de los Diputados, que dentro de las medidas de
la Ley de la Memoria Histórica reconoció la oficialidad de la competición de
1937. Sin embargo, no hizo lo mismo la RFEF, que defiende que se trató de un
torneo amistoso organizado por el Valencia. Con ello, la mejor participación
histórica del cuadro granota en una Copa del Rey continuó datando del curso
34/35, cuando fue eliminado en semifinales por el Sabadell.
No obstante, el palmarés
levantinista sí que cuenta con títulos menores como dos Ligas de Tercera (43/44
y 72/73), cinco de Segunda B (78/79, 88/89, 94/95, 95/96 y 98/99) y una de
Segunda (03/04). Además, aunque no sirva para llenar ninguna sala de trofeos,
el conjunto granota puede presumir de cuatro ascensos a la máxima categoría (62/63, 03/04, 05/06 y 09/10);
de que es de los pocos equipos que ha sido capaz de endosarle una ‘manita’ al
Barcelona (5-1 en la 64/65), de que uno de los mejores futbolistas de todos los
tiempos, Johann Cruyff, vistió su elástica durante la campaña 80/81 y de que
dos jugadores suyos, Paredes y Salillas, han logrado el ‘Pichichi’ de la
‘Categoría de Plata’ (59/60 y 99/00, respectivamente).
Pero, sobre todo, de lo que puede
alardear la afición de la decana de las escuadra valencianas es de haber hecho
saltar por los aires todos sus límites, firmando un sexto puesto que, además de
dar acceso a Europa, mejora aquel décimo de la 63/64 que durante muchísimo
tiempo fue lo más importante que el club había hecho jamás. Quizás porque desde
la RFEF se ha obviado siempre que hubo un momento en el que el Levante llegó a
ser campeón de algo. O puede, simplemente, que haya llegado la hora de que
la entidad granota dé por fin el salto y pueda acabar con esos objetivos que
siempre se le han negado.
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