Hay jugadores por los que parece
que no pasa el tiempo, que llevan ahí prácticamente toda la vida. Algunos,
incluso, son capaces de continuar jugando al máximo nivel, como si los años,
lejos de mermar sus facultades, las hicieran aún mejores. ‘Cracks’ que podría
decirse que han hecho un pacto con el diablo, puesto que viven una eterna
juventud que les hace estar muy por encima incluso de sus presumibles relevos
generacionales.
Es el caso del incombustible
Clarence Seedorf, que en este 2012 cumple su vigésimo aniversario en la élite
del mundo del balompié. Y es que el holandés hizo sus primeros pinitos a nivel
profesional a finales de 1992, cuando con apenas 16 años Louis Van Gaal le hizo
debutar en el Ajax. Fueron sólo tres partidos, dos de la Eredivisie y otro en
la UEFA, sumando apenas 37 minutos sobre el terreno de juego, pero que le
sirvieron para dar muestras de su innegable calidad.
Pero abrirse un hueco en aquel
conjunto que comenzaba a despuntar era tremendamente difícil, hasta el punto de
que durante la campaña siguiente, apenas pudo disputar un encuentro oficial,
ante el Feyenoord. En él, fue titular, experimentando una sensación a la que se
acostumbraría en la 94/95. No en vano, salió de inicio en todos y cada uno de
los 14 duelos en los que estuvo presentes, aportando así su granito de arena
para que el cuadro de Ámsterdam firmase un curso memorable, logrando la
Supercopa de Holanda, la Eredivisie y la Champions.
Sin embargo, Seedorf, que incluso
ya se había hecho un habitual de la ‘Oranje’, cambió de aires ese verano,
marchándose rumbo a Italia, donde se enroló en las filas de la Sampdoria. Y
allí, pese a no ganar ningún título, sí que despuntó y llamó la atención de los
más grandes de Europa, hasta el punto de que el Real Madrid de Fabio Capello no
dudó en pagar casi 5 millones de euros para hacerse con sus servicios.
Y en el conjunto merengue se
produjo su explosión definitiva. No en vano, se convirtió en pieza básica del
equipo en las dos temporadas y media en las que defendió su elástica,
convirtiéndose en campeón de una Liga, una Supercopa, una Copa Intercontinental
y una Champions. A pesar de los recurrentes cambios de técnico que protagonizó
la entidad de La Castellana, el holandés no dejó de contar para ninguno de sus
entrenadores, hasta que coincidiendo casi con la llegada de Vicente del Bosque,
abandonó por motivos económicos el Bernabéu en el mercado invernal de 1999.
Su destino fue el Inter de Milán,
club al que llegó cedido hasta el final de aquella campaña y que desembolsó en
junio 24 millones de euros para ficharle. Aunque, pese a ser fijo en el once
inicial ‘neroazzurro’, la suerte no estuvo de su lado, ya que los éxitos se le
resistieron. Tanto es así, que lo máximo que logró durante la dos temporadas y
media que jugó con el cuadro lombardo fue el subcampeonato de la Serie A de la
01/02.
Este hecho, unido al interés del
Milan, le hizo cambiar de bando al final de aquella campaña, lo que le granjeó
la enemistad de los ‘tifossis’ de su anterior club. Sin embargo, este traspaso
le permitió volver a engordar, y de qué manera, su palmarés. Porque los títulos
no tardaron en llegar. No en vano, en su primer curso como ‘rossonero’ se hizo
con la Copa, la Supercopa de Europa y la Liga de Campeones. En este sentido,
Seedorf hizo historia aquel año, al convertirse en el primer jugador capaz de
ganar la máxima competición continental con tres equipos diferentes. Pero aún
quedaba muchísmo más.
Porque aquello fue sólo el punto
de arranque a nueve temporadas durante las que se ha convertido en una
auténtica referencia e institución en la escuadra de San Siro, siendo partícipe
de dos Ligas, dos Supercopas de Italia, otra de Europa, un Mundial de clubes y
otra Champions, que bien podrían haber sido dos si en aquella final de 2005,
frente al Liverpool, los milanistas hubiesen tenido más puntería en la tanda de
penaltis.
Quizás ese disgusto, junto al de
no haber sido convocado por Van Basten para jugar el Mundial de 2006, es el
único lunar de su carrera en una recta final en la que a su poderío físico y su
gran visión de juego se han visto aún más fortalecidos si cabe por la
experiencia. De este modo, y cuando está a punto de cumplir los 36 años, se le
ve en plena forma, incluso mejor que hace 20 años, en el momento en el que
empezó a hacerse notar en el Ajax.
Y es que aunque comparta
vestuario con jóvenes como Valoti, Merkel o De Sciglio, que no habían nacido
siquiera cuando él ya daba patadas a un balón como profesional, Seedorf no se
achanta, demostrando que, a veces, se queda corto ese dicho de que “quien tuvo
retuvo”, quizás porque no se tuvo en cuenta jamás que los ‘viejos rockeros’
como él, nunca ‘mueren’.
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